Revisitando los cuatro pilares de las finanzas personales (IV)

Revisitando los cuatro pilares de las finanzas personales (IV)

(Parte 4 de 6)

El ahorro es condición necesaria para construir patrimonio y para alcanzar objetivos financieros. Pero no es suficiente: tenemos que aprender a invertir.

Invertir nuestro dinero de manera inteligente nos permite no sólo proteger su poder adquisitivo (que no perder valor por la inflación) sino también lograr un importante crecimiento en términos reales (incluso exponencial, gracias a la magia del rendimiento compuesto), sin el cual sería imposible alcanzar nuestras metas de mayor plazo.

Hace algunas semanas presenté en este espacio toda una serie de artículos con el paso a paso para empezar a invertir, en la cual hablamos de muchas cosas. Me gustaría recordar aquí algunos de los puntos importantes:

Aunque hay muchos instrumentos, en realidad solo hay tres maneras de invertir nuestro dinero (clases de activos)

Prestar nuestro dinero a alguien más, quien promete pagarnos intereses a una tasa que puede ser fija o variable y devolvernos nuestro capital en un plazo determinado (usualmente al final del periodo). Por eso se les llama instrumentos de deuda.

Invertir en empresas o negocios. Cuando compramos acciones, nos convertimos en dueños de una parte del capital (socios). Por eso se les llama instrumentos de capitales.

Invertir en bienes o activos que puedan apreciarse. Como metales preciosos, petroleo, entre otros. A esta clase de activo se le denomina commodities.

No hay inversión sin riesgo. Aún los instrumentos que percibimos como más “seguros” lo tienen. Incluso los instrumentos a plazo fijo, que pagan una tasa fija, pueden tener cierta volatilidad. La buena noticia es que el riesgo lo podemos controlar y manejar, a través de la diversificación. Por eso es importante tener clara nuestra tolerancia al riesgo.

La idea es construir un portafolio de inversión que dada nuestra tolerancia al riesgo, pueda maximizar nuestro rendimiento potencial. Este portafolio se puede construir con las primeras dos clases de activos, cada una de las cuales juega un papel.

Invertir en empresas sólidas y en aquellas que están cambiando al mundo, nos ofrece un potencial de crecimiento real de nuestro dinero a largo plazo. Aún las personas más conservadoras deben integrarlos, aunque sea en una pequeña proporción dentro de su portafolio.

Los instrumentos de deuda nos ofrecen estabilidad y nos ayudan a reducir la volatilidad (riesgo) de nuestro portafolio. No es ofrecer actuaciones. De hecho: hoy en día muchos instrumentos de deuda emitidos en países desarrollados, pagan rendimientos inferiores a la iluminación, aunque hay alternativas que sí pueden conservar cierto poder adquisitivo.

Los commodities suelen ser muy volátiles, pero hay que recordar que es una clase de activo muy amplia. En algunos casos valen la pena, pero de manera estratégica y bien cuidada. Si no sabemos en qué nos estamos metiendo y cómo pueden afectar nuestro riesgo y el desempeño global de nuestro portafolio, es mejor evitarlos.

Para invertir con éxito, no es necesario ser un experto. De hecho muchas veces los de inversión manejados por “expertos” no le ganan a los principales índices del mercado de fondos de manera consistente. Entonces, podemos invertir simplemente en instrumentos de bajo costo que repliquen dichos índices.

El costo es muy importante y una variable que mucha gente descuida, porque no se dan cuenta del verdadero impacto que tienen un largo plazo. Pero una comisión de “sólo” 1.5% anual puede representar una diferencia de 30% en el valor final de nuestro portafolio.

Todo lo que estamos construyendo se puede venir abajo de la noche a la mañana. Por eso es importante aprender a protegerlo. De eso se trata el cuarto pilar de las finanzas personales, del cual hablaremos en la siguiente entrega de esta serie.

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